Lo
que a continuación he de narrarles ocurrió en la ciudad de Champotón,
municipio del Estado de Campeche, que se ubica en el sureste de la
República Mexicana. No puedo asegurar que sea cierto, así como tampoco
desmentirlo puesto que es una historia que recibí por narración oral de
otra persona.
Aproximadamente hace unos 15 o 20 años, un grupo de
amigos organizó una salida a una de las zonas arqueológicas denominada
Edzná, todos compañeros de trabajo. Compraron bebidas, algo de comida y
se fueron alrededor de las 8:00 am con un trayecto de 2 hrs. Una vez ahí
recorrieron el lugar. Se tomaron fotos en todos lados, jugaron y se
fueron a comer algo.
Una chica de nombre Ixtchel, (pronúnciese ist-chel)
se separó un poco del grupo y se subió hacia la “Piedra del Sacrificio”
o “Altar de las Ofrendas”, que está situada en la parte más alta del
edificio principal. Se la quedó viendo un rato, luego se asomó a uno de
los espacios abiertos y extendiendo los brazos al cielo gritó: -“Yo soy
Ixtchel, hija de estas tierras, vestigio de la cultura más importante de
todo el mundo, y hoy vengo a ofrecerme voluntariamente en sacrificio,
para que todos los ancestros de mis ancestros hasta el inicio de los
tiempos, se renueven con mi sangre…”- Acto seguido, se dirigió a la
piedra y se recostó en ella de cara al ruinoso techo, donde se quedó
dormida.
Aunque sus amigos la escucharon, no le hicieron mayor
caso.
Como el sol era muy fuerte y el calor apretaba, decidieron que era
hora de regresar y uno de los muchachos fue a buscarla. Sacarla de la
modorra no fue fácil, ella empezó a decir incoherencias respecto a que
le habían aceptado el sacrificio. Obviamente nadie le creyó,
atribuyéndolo a la borrachera, el calor, la osadía, el lugar y por
supuesto el sueño.
Se dirigieron a la playa más cercana y aunque
Ixtchel andaba medio sonámbula aún, porque se volvió a dormir en el auto,
fue la primera en irse a meter al mar así como andaba vestida de
pantaloncillos cortos y blusa ligera de manta. Tras ella y una vez
preparados para ello, el resto se le unió, continuando el paseo, pero
ella dijo que estaba en proceso de purificación para lo que habría de
venir.
Una vez de vuelta en casa, se retiró a descansar, pero
despertó a media noche con sudores y temblores en todo el cuerpo. Lo
primero que se le ocurrió pensar fue que como su cuerpo estaba caliente
aún cuando entró al mar, seguro se había resfriado y por eso tenía
temperatura. Se bañó con agua fría para bajársela y al día siguiente fue
al médico, quien después de revisarla dijo que aparentemente no tenía
nada y que le harían unos cultivos para conocer el origen de su
malestar, mientras tanto tendría que permanecer en reposo absoluto.
Nada, los análisis no mostraban nada, la chica estaba aparentemente
sana, pero continuaba con la calentura que cedía tantito y en la noche,
otra vez para arriba. Empezó a rechazar la comida y a gritar si se
quedaba mucho tiempo sola, sus amigos comenzaron a rotarse para
acompañarla, a la semana se hablaba de alucinaciones.
Sus padres
se la llevaron a Mérida (capital del vecino estado de Yucatán, donde se
presume existen los mejores médicos de la región). Donde le practicaron
infinidad de estudios, le sacaron muestras de todo, le revisaron todo y
no encontraron nada que indicara porqué aquella muchacha tan hermosota
(dícese de las personas un poco gorditas, en el sureste), se estaba
marchitando día tras día. Casi no comía y por las noches no podía dormir
porque rápido le entraban alucinaciones.
Fué en una clínica de Mérida,
donde la atendió una psicóloga joven, quien le pidió que narrara lo que
veía por las noches y ella con mucha inseguridad contó lo siguiente:
-“Por las noches, vienen a mí unos personajes que me han estado
preparando para llevarme, ellos son dos guerreros y un sacerdote
vestidos a la usanza maya, con penachos y todo, ellos vienen porque yo
los llamé, yo los invoqué, yo me ofrecí y ahora no quiero que me lleven,
pero ellos dicen que me han probado, que sí tengo sangre maya aún, no
es pura mi sangre pero los sufrimientos que estoy teniendo son parte de
mi purificación, ellos dicen que dentro de dos lunas llenas me han de
llevar, que ellos vendrán por mí y van a cumplir la profecía que yo
misma lancé”-.
Ixtchel estaba cada vez más delgada y casi no
hablaba. Sus papás gastaron hasta lo que no tenían en pagar todos los
estudios que pidieron y todas las hospitalizaciones que hicieron falta,
pero no hubo nadie que pudiera determinar ninguna enfermedad real. Los
médicos aseguraban que su malestar estaba en su cabeza. Cada día la
muchacha tenía las alucinaciones más vívidas, mas reales, empezaron a no
dejarla sola, a estar junto a ella de noche y de día, pero ella comenzó
a decir palabras raras, como guturales, entonces, llevaron a un viejito
que habla la maya antigua y él y su nieto estuvieron todo un día con la
muchacha.
Cuando ella comenzó a hablar de esa forma ininteligible, el
anciano comenzó a preguntarle cosas y el joven a traducir algunas de
éstas, pero en otras se quedaba callado, sólo escuchaba y se movía
inquieto, nervioso. No todo lo que tradujo salió de la habitación, otras
no las pudo traducir quedando sólo entre Ixchel y el viejito.
Lo
que trascendió es que el viejito dijo que Ixtchel despertó a los
espíritus de los guardianes mayas de la ancestral ciudad de Edzná, cuna
de reyes, príncipes y guerreros. Que al ofrendarse cumplió una de las
profecías que decía que justamente, habría una mujer descendiente por
línea materna directa de la Diosa Ixtchel, que con su sacrificio
generaría un nuevo movimiento cósmico capaz de propiciar el renacimiento
y nuevo auge de la cultura Maya en todo el mundo. Que si bien el suyo
sería una entrega voluntaria y poco vista, su sangre derramada de manera
indirecta serviría para fertilizar los campos que se ubicaran en todo
aquel territorio que alguna vez hubiera sido habitada por algún maya,
orgulloso de su origen y que a la fecha conservara de alguna manera su
cultura y tradición. Se supone que algunas cosas que se le revelaron al
anciano prometió guardarlas en secreto porque sólo podían ser
transmitidas en forma oral y en su lengua original, que no podía ser
traducido a otra lengua porque los dones que estaba abriendo Ixtchel a
partir de su muerte, se convertirían en todo lo contrario, cumpliéndose
así la dualidad de la Diosa.
Ixtchel es la Diosa de la muerte y la
fecundidad, que está representada por una anciana. Junto con Itzamná que
cumple más o menos la misma función y es también un viejito. En la
teogonía Maya todo era una mera cuestión de vida y muerte juntos, para
que existiera vida debía existir muerte, para poder nacer, algo o
alguien tenía que morir. Muriendo la joven Ixtchel, víctima de su
inconsciente ofrenda realizada justamente en la Piedra de Sacrificio, en
el Altar Mayor y llamándose para colmo como la Diosa, entonces estaba
garantizando el nacimiento, en éste caso, renacimiento de la cultura
Maya.
A partir de entonces los mayas han entrado en boga ¿Será acaso
coincidencia que además se haya grabado la película “Apocalipto”,
después la otra de “año 2012”, basada en otra profecía Maya, el
descubrimiento de nuevas ciudades mayas y otros eventos que tienen que
ver con ellos? Puede ser o no, todo queda en un “tal vez”…
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