domingo, 21 de octubre de 2012

LA PIEDRA DE SACRIFICIO O ALTAR DE OFRENDAS


Lo que a continuación he de narrarles ocurrió en la ciudad de Champotón, municipio del Estado de Campeche, que se ubica en el sureste de la República Mexicana. No puedo asegurar que sea cierto, así como tampoco desmentirlo puesto que es una historia que recibí por narración oral de otra persona.

Aproximadamente hace unos 15 o 20 años, un grupo de amigos organizó una salida a una de las zonas arqueológicas denominada Edzná, todos compañeros de trabajo. Compraron bebidas, algo de comida y se fueron alrededor de las 8:00 am con un trayecto de 2 hrs. Una vez ahí recorrieron el lugar. Se tomaron fotos en todos lados, jugaron y se fueron a comer algo. 

Una chica de nombre Ixtchel, (pronúnciese ist-chel) se separó un poco del grupo y se subió hacia la “Piedra del Sacrificio” o “Altar de las Ofrendas”, que está situada en la parte más alta del edificio principal. Se la quedó viendo un rato, luego se asomó a uno de los espacios abiertos y extendiendo los brazos al cielo gritó: -“Yo soy Ixtchel, hija de estas tierras, vestigio de la cultura más importante de todo el mundo, y hoy vengo a ofrecerme voluntariamente en sacrificio, para que todos los ancestros de mis ancestros hasta el inicio de los tiempos, se renueven con mi sangre…”- Acto seguido, se dirigió a la piedra y se recostó en ella de cara al ruinoso techo, donde se quedó dormida.

Aunque sus amigos la escucharon, no le hicieron mayor caso. 

Como el sol era muy fuerte y el calor apretaba, decidieron que era hora de regresar y uno de los muchachos fue a buscarla. Sacarla de la modorra no fue fácil, ella empezó a decir incoherencias respecto a que le habían aceptado el sacrificio. Obviamente nadie le creyó, atribuyéndolo a la borrachera, el calor, la osadía, el lugar y por supuesto el sueño.

Se dirigieron a la playa más cercana y aunque Ixtchel andaba medio sonámbula aún, porque se volvió a dormir en el auto, fue la primera en irse a meter al mar así como andaba vestida de pantaloncillos cortos y blusa ligera de manta. Tras ella y una vez preparados para ello, el resto se le unió, continuando el paseo, pero ella dijo que estaba en proceso de purificación para lo que habría de venir.

Una vez de vuelta en casa, se retiró a descansar, pero despertó a media noche con sudores y temblores en todo el cuerpo. Lo primero que se le ocurrió pensar fue que como su cuerpo estaba caliente aún cuando entró al mar, seguro se había resfriado y por eso tenía temperatura. Se bañó con agua fría para bajársela y al día siguiente fue al médico, quien después de revisarla dijo que aparentemente no tenía nada y que le harían unos cultivos para conocer el origen de su malestar, mientras tanto tendría que permanecer en reposo absoluto. Nada, los análisis no mostraban nada, la chica estaba aparentemente sana, pero continuaba con la calentura que cedía tantito y en la noche, otra vez para arriba. Empezó a rechazar la comida y a gritar si se quedaba mucho tiempo sola, sus amigos comenzaron a rotarse para acompañarla, a la semana se hablaba de alucinaciones.

Sus padres se la llevaron a Mérida (capital del vecino estado de Yucatán, donde se presume existen los mejores médicos de la región). Donde le practicaron infinidad de estudios, le sacaron muestras de todo, le revisaron todo y no encontraron nada que indicara porqué aquella muchacha tan hermosota (dícese de las personas un poco gorditas, en el sureste), se estaba marchitando día tras día. Casi no comía y por las noches no podía dormir porque rápido le entraban alucinaciones. 

Fué en una clínica de Mérida, donde la atendió una psicóloga joven, quien le pidió que narrara lo que veía por las noches y ella con mucha inseguridad contó lo siguiente: -“Por las noches, vienen a mí unos personajes que me han estado preparando para llevarme, ellos son dos guerreros y un sacerdote vestidos a la usanza maya, con penachos y todo, ellos vienen porque yo los llamé, yo los invoqué, yo me ofrecí y ahora no quiero que me lleven, pero ellos dicen que me han probado, que sí tengo sangre maya aún, no es pura mi sangre pero los sufrimientos que estoy teniendo son parte de mi purificación, ellos dicen que dentro de dos lunas llenas me han de llevar, que ellos vendrán por mí y van a cumplir la profecía que yo misma lancé”-.

Ixtchel estaba cada vez más delgada y casi no hablaba. Sus papás gastaron hasta lo que no tenían en pagar todos los estudios que pidieron y todas las hospitalizaciones que hicieron falta, pero no hubo nadie que pudiera determinar ninguna enfermedad real. Los médicos aseguraban que su malestar estaba en su cabeza. Cada día la muchacha tenía las alucinaciones más vívidas, mas reales, empezaron a no dejarla sola, a estar junto a ella de noche y de día, pero ella comenzó a decir palabras raras, como guturales, entonces, llevaron a un viejito que habla la maya antigua y él y su nieto estuvieron todo un día con la muchacha. 

Cuando ella comenzó a hablar de esa forma ininteligible, el anciano comenzó a preguntarle cosas y el joven a traducir algunas de éstas, pero en otras se quedaba callado, sólo escuchaba y se movía inquieto, nervioso. No todo lo que tradujo salió de la habitación, otras no las pudo traducir quedando sólo entre Ixchel y el viejito.

Lo que trascendió es que el viejito dijo que Ixtchel despertó a los espíritus de los guardianes mayas de la ancestral ciudad de Edzná, cuna de reyes, príncipes y guerreros. Que al ofrendarse cumplió una de las profecías que decía que justamente, habría una mujer descendiente por línea materna directa de la Diosa Ixtchel, que con su sacrificio generaría un nuevo movimiento cósmico capaz de propiciar el renacimiento y nuevo auge de la cultura Maya en todo el mundo. Que si bien el suyo sería una entrega voluntaria y poco vista, su sangre derramada de manera indirecta serviría para fertilizar los campos que se ubicaran en todo aquel territorio que alguna vez hubiera sido habitada por algún maya, orgulloso de su origen y que a la fecha conservara de alguna manera su cultura y tradición. Se supone que algunas cosas que se le revelaron al anciano prometió guardarlas en secreto porque sólo podían ser transmitidas en forma oral y en su lengua original, que no podía ser traducido a otra lengua porque los dones que estaba abriendo Ixtchel a partir de su muerte, se convertirían en todo lo contrario, cumpliéndose así la dualidad de la Diosa. 

Ixtchel es la Diosa de la muerte y la fecundidad, que está representada por una anciana. Junto con Itzamná que cumple más o menos la misma función y es también un viejito. En la teogonía Maya todo era una mera cuestión de vida y muerte juntos, para que existiera vida debía existir muerte, para poder nacer, algo o alguien tenía que morir. Muriendo la joven Ixtchel, víctima de su inconsciente ofrenda realizada justamente en la Piedra de Sacrificio, en el Altar Mayor y llamándose para colmo como la Diosa, entonces estaba garantizando el nacimiento, en éste caso, renacimiento de la cultura Maya. 

A partir de entonces los mayas han entrado en boga ¿Será acaso coincidencia que además se haya grabado la película “Apocalipto”, después la otra de “año 2012”, basada en otra profecía Maya, el descubrimiento de nuevas ciudades mayas y otros eventos que tienen que ver con ellos? Puede ser o no, todo queda en un “tal vez”…

DE CÓMO DEJE EL CIGARRILLO.



Comencé a fumar a los 12 años, en casa, mi mamá no tenía vicios (al menos eso creía yo, al paso del tiempo descubrí que mi madre ¡¡Es un ser Humano!!), mi padre es un borrachote, que siempre decía que jamás tendría el vicio del cigarrillo, eso sí, podríamos acusarlo de alcohólico, pero nunca de fumador ¡Qué maravilla!

Lo hice porque soy rebelde, porque yo no quiero hacer lo que otros me digan, pero sobre todo porque no soy borrego, porque hago lo que quiero. Hoy, después de muchos años de quemar mis centavos en forma de cigarrillos, reconozco que luego lo hacía como autómata, fumaba en las reuniones, en el trabajo o simplemente porque mi vecino más cercano lo hacía.

El día que conocí a una de las mujeres más hermosas que conoceré jamás, no me dejó acercarme a causa del cigarro, el olor le asqueaba, naturalmente por muy bella que fuera, no dejé de hacerlo, poco a poco fue cediendo, hasta que el amor le llegó, vivimos un tórrido romance lleno de todas las tonterías que se hacen por amor, menos dejar de fumar, eso sí que no.

Pero la vida depara sorpresas, dejamos de vernos algunos días por cuestiones de trabajo. Ella viajó hacia la ciudad donde estaba yo y de ahí emprendimos el regreso a nuestro hogar, la vi tomar un cigarrillo, lo encendió, y cuando pensé que me lo entregaría, simplemente se acomodó y se puso a fumar. Sí, la mujer que no fumaba a la que le asqueaba el cigarro, estaba a mi vera fumando como la que más, no dije nada y encendí el propio; al terminarlo, conversamos unos minutos de nada, tomó otro y se lo fumó. Nos detuvimos en la primera caseta de peaje y me pidió acercarla a la tiendita de ahí, compró un par de cajetillas más  y en el trayecto de Guadalajara a la Ciudad de México se terminó las 2 cajetillas y la mitad de la mía; al entrar a la ciudad, cosa que hicimos de noche fuimos directo a cenar y ahí aproveché a comentar que estaba fumando demasiado, ella con la mirada más odiosa que jamás me han dedicado, me reclamó que fumé cuando a ella no le gustaba, me quedé callado, ése día quedé tan asqueado de verla fumar que hoy no tengo ni esposa ni un buen cigarro.